17 dic 2008

Una Hidra de dos cabezas




Fragmento de "Los indeseables"

Entre los demócratas radicales y el “pueblo de la izquierda”, son muchos ahora ya en atribuir al Estado un rol puramente decorativo en las decisiones tomadas sobre nuestra piel.

Se define, en suma, una jerarquía mundial cuyo vértice es representado por las grandes potencias financieras y las multinacionales y en su base, cada uno de los Estados nacionales convertidos en ayudante, en meros ejecutores de inapelables decisiones.

Esto conduce a una ilusión que está teniendo las peores consecuencias. Son muchos en efecto, los que tratan de imponer a las luchas, que se desarrollan en todo el planeta contra aspectos concretos de la “globalización”, un giro reformista y de algún modo nostálgico: la defensa del “buen” viejo capitalismo nacional y paralelamente, la defensa del viejo modelo de intervención del Estado en la economía.

Ninguno observa, sin embargo, que la teoría ultra-liberal tan a la moda en estos tiempos y aquella keynesiana, de moda hasta hace algunos años, proponen simplemente dos formas distintas de organizar la explotación, pero sin ponerla nunca en discusión.

Cierto, no se puede negar que en el actual estado de cosas toda nuestra vida venga determinada en función de necesidades económicas “globales”, pero esto no significa que la política haya perdido su nocividad.

Pensar en el Estado como en una entidad ahora ya ficticia, o exclusivamente como en un regulador de la explotación y de los conflictos sociales, es cuando menos limitante. El Estado es un capitalista entre los capitalistas y entre estos, cumple las funciones vitales para todos los otros. Su burocracia, sin embargo, ligada pero no subordinada a los cuadros de empresa, tiende sobretodo a reproducir el propio poder.

El estado prepara el terreno al capital, desarrollándose a sí mismo simultáneamente. Son las estructuras estatales las que permiten el progresivo abatimiento de las barreras del tiempo y el espacio, - condición esencial de la nueva forma de dominio capitalista - poniendo a su disposición, territorios, fondos de inversión e investigación.

La posibilidad de transportar cada vez más rápidamente las mercancías, por ejemplo, viene dada por el desarrollo de las redes de carreteras, de la alta velocidad ferroviaria, del sistema de puertos y de aeropuertos: sin estas estructuras que son organizadas por los Estados, la “globalización”, no sería siquiera pensable.

Del mismo modo, las redes informáticas no son otra cosa que un nuevo uso de los viejos cables telefónicos: cada innovación en el sector (comunicaciones vía satélite, fibra óptica, etc.), es protegida por la estructura estatal. Por tanto, así es como se satisface también la otra necesidad básica de la economía mundializada, la posibilidad de hacer viajar datos y capitales en pocos instantes.

También desde el punto de vista de la búsqueda, de la continua modernización de las tecnologías, los estados tienen un rol central. Desde la nuclear a la cibernética, desde el estudio de los nuevos materiales a la ingeniería genética, desde la electrónica hasta las telecomunicaciones, el desarrollo de la potencia técnica está ligado a la fusión del aparato industrial y científico con el militar.

Como es sabido, el capital tiene necesidad de reestructurarse de vez en cuando, o sea de cambiar instalaciones, ritmos, calificaciones y por lo tanto, también las relaciones entre los trabajadores. A menudo estos cambios son tan radicales (despidos en masa, ritmos infernales, drásticas reducciones de garantías...) como para poner en crisis la estabilidad social y requerir, obligatoriamente, intervención de tipo político. A veces las tensiones sociales son tan fuertes, la policía sindical tan impotente y las reestructuraciones tan imperiosas, como para no sugerir a los Estados otra posibilidad que la guerra.

A través de la guerra, no solo se dirige la rabia hacia enemigos ficticios (“diferentes” por etnia o religión, por ejemplo), sino que además se logra revitalizar la economía: la militarización del trabajo, las partidas de armas y la bajada de los salarios hacen rentar al máximo los restos del viejo sistema industrial, mientras las destrucciones generalizadas hacen sitio a un aparato productivo moderno y a nuevas inversiones extranjeras. Para los indeseables -tantos explotados inquietos- se agudiza la intervención social del Estado: la exterminación.

Una de las características de nuestro tiempo, es el ascendente flujo masivo de migración hacia las metrópolis occidentales. Las políticas de inmigración -en cada uno de sus extremos, alternándose legitimaciones y cierres de fronteras- no son determinadas por un presunto buen corazón de los gobernantes, sino desde la tentativa de gestionar una situación cada vez más indigerible y al mismo tiempo, sacarle provecho.

Por un lado, no es posible cerrar herméticamente las fronteras y por otro, un pequeño porcentaje de emigrantes es útil -especialmente clandestinos, luego más expuestos al chantaje - porque representa un buen depósito de mano de obra a bajo coste. Pero la clandestinidad de masas crea turbulencias sociales que son difícilmente controlables. Los gobiernos deben navegar entre estos datos y necesidades, de ello depende el buen funcionamiento de la máquina económica.

Así como el mercado mundial unifica las condiciones de explotación sin eliminar la concurrencia entre capitalistas, del mismo modo existe una potencia pluriestatal que todavía no cancela la competitividad entre cada uno de los gobiernos. Los acuerdos económicos y financieros, las leyes sobre flexibilidad laboral, el rol de los sindicatos, la coordinación de ejércitos y policías, la gestión ecológica de la contaminación o la represión de la disidencia, viene definido, todo ello, a nivel internacional (aunque la puesta en práctica de estas decisiones compete aún a cada gobierno).

El cuerpo de esta Hidra son las estructuras tecnoburocráticas. Las exigencias del mercado, no sólo se han fusionado con las del control social, sino que utilizan además las mismas redes. Por ejemplo el sistema bancario, el de aseguración, el sanitario y el policial se intercambian continuamente sus propios datos.

La omnipresencia de tejidos magnéticos representa un fichero generalizado de los gustos, compras, desplazamientos, hábitos. Todo ello bajo los ojos de las cada vez más difundidas telecámaras y por medio de teléfonos celulares que aseguran la versión virtual y también, el mismo archivo de una comunicación humana que no existe.

Más o menos Neoliberal, la intervención del Estado tanto en el territorio como nuestras propias vidas es cada vez más profunda y no puede ser separada de las estructuras de producción, distribución y reproducción del capital. La presunta jerarquía de poder entre las multinacionales y los Estados no existe, porque son a un mismo tiempo parte de aquel único cuerpo inorgánico que está llevando la guerra, a la autonomía de la humanidad y a la vida de la Tierra.

17 nov 2008

Ciudadano, ya estás muerto.


Los niños estaban jugando al fútbol, gritando, jugando, corriendo, viviendo... hasta que rompen un vidrio. El pelotazo fue tan grande que la pelota entra por la ventana del apartamento de un vecino, bastante viejo. Pero éste no reacciona. Lo que despista a los chiquilines es que la televisión sigue marchando, pero no se animan a ir a buscar la pelota. Aunque espían siguen despistados y así pasan los días. Los niños le dicen a sus padres y estos a los vecinos, todos se inquietan y van a tocar el timbre y golpear la puerta del viejo, pero nada, a pesar de que la televisión, que se escucha desde afuera, sigue y sigue. Al fin llaman a la policía, a la amiga de la familia y descubren al hombre muerto. Los expertos son formales: ¡el viejo estaba muerto desde hace un año! ¡un año!.

Sentado en su sillón frente a la televisión, que seguía vivita y coleando. El cadáver estaba ahí desde hace un año, mirando la televisión. Suponemos que gracias a los progresos del capital la jubilación o pensión del viejo llegaba a su banco y con ella el banco pagaba automáticamente el alquiler, la luz, el agua, la televisión...  

¡En realidad poco importa que el tipo siga vivo, lo importante es que siga pagando!.

¿No es esa la realidad de todo telespectador? El pasaje de la vida a la muerte se efectúa sin dolor, porque delante de la televisión, todos estamos en zona roja, de paso, abúlicos, pasivos, subsumidos por la imagen que consume nuestra vida. El proletario, cuando se somete al espectáculo, queda hecho trapo, arrugado, sometido, encandilado, sojuzgado, idiotizado,... se deja teledevorar por el Estado. Así el hombre reducido al silencio escucha como el capital monologa.

¿Y qué decir de ese pasajero de colectivo, que estuvo más de 4 horas muerto y que los diferentes pasajeros con los que compartió el colectivo ni siquiera se dieron cuenta. ¡La más impresionante de las ficciones es incapaz de igualar nuestra prosaica realidad! ¿En qué se diferencian y en que se parecen los muertos, de los “vivos”? El proletario sometido al estado de ciudadano, amorfo, apático, es un muerto-vivo.

No hace mucho tiempo, algunos compañeros impresionados por otro hecho similar, que se había producido en Europa, lo habían comentado a gente corriente en Senegal y otros países africanos. Y sencillamente, en África, no creían eso de que alguien había muerto en la total soledad y que los vecinos habían pasado meses en descubrir el cadáver. Les decían que era imposible, que lo habían inventado o que lo habían inventado los diarios, que ¿cómo el vecino no iba a saber?, ¿cómo el almacenero de la esquina podía no haberlo remarcado? ¿y la familia? Sencillamente eso es imposible en África (¡aunque ya no en las grandes ciudades de ese continente!) como es todavía imposible en la mayor parte de Asia, de América, Europa... o en realidad en todas partes si salimos de las grandes urbes. Y también como hubiese sido imposible e inconcebible hace un siglo en cualquier parte del mundo. La comunidad humana castigada y oprimida subsistía parcialmente, a pesar del desarrollo secular del individuo atomizado, producto histórico del mercado y del valor. La soledad no era tan generalizada. Todavía ese hoy omnipresente individuo libre de las últimas fases del atroz progreso capitalista no había conquistado su total autonomía y soledad. El progreso no había todavía creado tanto egoísmo. Todavía predominaba un tejido social mínimo y el reinado  total del individuo puro y libre no era totalizador. El arreglate como puedas y el cada cual para sí, tan importante en la estructuración de la dominación y opresión capitalistas, aunque secretados permanentemente por el mercado y la democracia, no eran todavía tan omnipresentes.

Hoy la cuestión no es llorar ante ese, esos, muertos en la más terrible soledad, que a pesar de su diversidad y banalidad, muestran la tragedia de una humanidad derrotada, de una clase social adormecida, aletargada, entumecida. Hoy por el contrario la cuestión es subrayar que esa terrible realidad se rompe en pedazos, cuando y solo cuando el proletariado lucha. Muchos ejemplos recientes (como el de Argentina, Bolivia, Argelia... ) muestran que esa libertad y egoísmo individual son a su vez destruidos y superados cuando la acción directa proletaria da un salto cualitativo y remerge el asociacionismo, cuando el mismo se organiza territorialmente por barrios y por organismos de coordinación por ciudad y/o país. 

La publicidad que hace la sociedad burguesa de esas muertes aisladas sirve a nuestros enemigos para afirmar la ideología de la naturaleza eternamente egoísta del Individuo y repetir hasta el cansancio que el hombre es un lobo para el hombre, que siempre fue así y que nada lo podrá cambiar. 

Ese individuo, del que tanto se habla y a partir del cual se construye toda la superestructura de la sociedad, es en realidad un producto, relativamente moderno, de la sociedad mercantil, de la propia sociedad burguesa, una proyección aclasista y a-histórica del burgués mismo, que solo busca la maximización de su ganancia (1) y a quien justamente le importa un carajo el individuo excedente. Una vez consumida la fuerza de trabajo del proletario, ese individuo excedente socialmente ya no tiene valor, y es tratado como tal, por toda la sociedad, cómo esos 15.000 viejos proletarios, asesinados por la canícula del verano de 2003 en Francia. Si asesinados, a pesar de las absurdas justificaciones gubernamentales francesas.

Si subrayamos esos incidentes es para reafirmar que lo que se presenta como una comunidad (“¿acaso no es linda la vida? repiten sin cesar radios y televisiones) es la más individualista y egoísta de todas las sociedades que han existido. A pesar de la propaganda sosa, ¡bajo el capital todos estamos solos, la gente no se ve, la gente no se toca, no se habla, no se siente, no se quiere, no se ama!

«De manera general, decir que el hombre se ha vuelto extranjero a su propio ser genérico, es decir que los hombres se han vuelto extranjeros los unos con respecto a los otros y que cada uno de ellos se ha vuelto extranjero a la esencia humana” 

Marx, Manuscritos de 1844, capítulo sobre el “trabajo enajenado”.

Pero el capital no logrará aniquilar la contradicción entre sus necesidades de valorización y las necesidades humanas, a pesar de que las mismas sean necesidades enajenadas. Cuanto más tiende a dehumanizarnos, a hacernos vivir y reventar como subhumanos en un anonimato atroz, más se reafirma en contraposición a esa no-vida, la perspectiva de la transformación radical de todas las relaciones sociales y la destrucción del dinero. Son las atroces condiciones de supervivencia que crean, en negativo, las determinaciones denuestra lucha por una sociedad humana. 

¡Negación de lo que nos niega! 

¡Destrucción de lo que nos destruye!

Es lo que hacen los proletarios en lucha en todos los rincones del mundo. Resisten, pelean, y se enfrentan contra lo que los destruye y cuando, por desgracia, mueren peleando, su muerte tiene un valor para toda la comunidad de lucha y no esa indiferencia general que suscitan esos muertos de los que hablamos antes.

Esa es nuestra lucha, retomemos la bandera de la REVOLUCIÓN MUNDIAL.

  

Extraido de la Revista Comunismo Nº57, editada por el Grupo Comunista Internacionalista


4 oct 2008

Por qué no soy primitivista


El primitivismo, en tanto que respuesta multifactorial, y siempre evolucionando durante las crisis a las que se enfrentará la humanidad en lo sucesivo, merece una seria evaluación. Ciertamente se trata de una de las diferentes respuestas posibles que intenta comprender nuestra difícil situación actual con el objetivo de sugerir una salida. Sin embargo, las posiciones primitivistas que se han desarrollado hasta hoy en día presentan numerosos problemas. Notablemente problemas serios sobre el concepto mismo de primitivismo tanto como teoría como práctica. Puede ser interesante examinar ante todo ciertas fuentes de primitivismo con el objetivo de identificar y profundizar algunas de sus dificultades más evidentes y posteriormente sugerir algunas soluciones.

BASES DEL PRIMITIVISMO

Hay diversos caminos de evolución que parecen haber convergido para formar la actual mezcla primitivista de teoría y práctica. Pero dos o tres bases sobresalen como las más influyentes e importantes: la desarrollada en Detroit a partir del anarco-marxista Black and Red y de anarquistas que participaban en Fifth Estate (FE), incluyendo en algún momento a John Zerzan, a pesar de que este último y FE se separaron enemistados por la interpretación del estatus de la agricultura, de la cultura y de la domesticación. En fin, ciertos activistas aislados del medio de Earth First!, a menudo influenciados por los ecologistas partidarios de la ecología profunda, que proponen una perspectiva de “retorno al Pleistoceno”.

FREDY PERLMAN

A pesar de que ha habido otros antecesores del primitivismo radical en el interior del movimiento anarquista moderno, incluso antes de su constitución, es a Fredy Perlman, y a Black and Red que publico sus trabajos al inicio de los 60, a quien el primitivismo contemporáneo debe más. Lo que ha tenido más influencia a sido la reconstrucción visionaria de los orígenes y del desarrollo de la civilización en Against His-Story, against Leviathan, publicado en 1983. En esta obra, Perlman proponía la idea de que la civilización nació en unas condiciones de vida relativamente duras (en un lugar y en un momento dado) que para la elite tribal exigieron desarrollar un sistema de irrigación colectivo. La construcción efectiva de este sistema necesitaba la acción de muchos individuos gracias a una “máquina social” bajo la dirección de la elite tribal. Y la “máquina social” nacida de ello fue el primer Leviathan, la primera civilización, que ha crecido y se ha reproducido a través de las guerras, la esclavitud y la creación de una máquina social cada vez más compleja.

La situación en la que nos encontramos en el presente es un mundo en que los descendientes de esta civilización han conseguido invadir el globo y conquistar a casi todas las comunidades humanas. Pero como Perlman señala, incluso si casi toda la humanidad está actualmente atrapada en el seno de las civilizaciones, los Leviathanes, siempre hay resistencias. Y, en efecto, el desarrollo de las civilizaciones, desde sus orígenes ha sufrido la resistencia de todos los no civilizados, la comunidad de los humanos libres. La historia siempre es, hasta hoy en día, el relato de las primeras civilizaciones destruyendo las comunidades relativamente más libres de su alrededor, integrándolas o exterminándolas, y el relato de las victorias de civilizaciones luchando entre ellas, de civilizaciones exterminando, incorporando o sojuzgando otras civilizaciones. La resistencia es por lo tanto posible y podemos ligar nuestro linaje ancestral a personas que vivieron sin Estado, sin dinero y, en un cierto sentido profundo, más libres.

JOHN ZERZAN

John Zerzan, ciertamente el más conocido de los cultivadores del primitivismo en América del Norte, comenzó cuestionando los orígenes de la alienación social en una serie de ensayos publicados igualmente por Fifth Estate, a lo largo de los años 80. Estos ensayos han encontrado su lugar definitivo en la recopilación Elements of Refusal (1988, segunda edición en 1999). Comprenden críticas radicales a aspectos centrales de la cultura humana –el tiempo, el lenguaje, el numero y el arte- y una crítica influyente de que la agricultura es la línea de partida de la creación del cambio en una sociedad humana, la que Zerzan llama “la base de la civilización”.

John Zerzan es quizás más célebre por las conclusiones bruscas y sensatas de sus críticas iniciales. En sus últimos ensayos, y en sus escritos, ha rechazado finalmente toda cultura simbólica como alienante y propuesto una regresión al estado primitivo de la naturaleza humana pre-civilizada, pre-domesticada y anterior a la división del trabajo. También ha sido conocido en algunos círculos por su defensa calurosa de Unabomber, a quien ha dedicado la segunda edición de Elements of refusal, precisando de este modo a los que podrían dudar de que era realmente serio en sus críticas y de nuestro deseo de desarrollar una crítica de fondo con una práctica sin compromisos.

EARTH FIRST! Y LA ECOLOGÍA PROFUNDA.

La base primitivista desarrollada en el medio de Acción Directa de Earth First! “en defensa de la Madre Tierra” está estrechamente entrelazada con la formulación de la Ecología Profunda por Arne Naess, Bill Devall y George Sessions, entre otros. En su base, la comunidad de acción directa de Earth First! (implantada principalmente en el Oeste de los EE.UU. y ampliamente anarquista) parece encontrarse en la búsqueda de un fundamento filosófico apropiado para su defensa no-urbana de las regiones vírgenes y del lado salvaje de lo humano y haber encontrado alguna munición eficaz, ya que no una teoría coherente, en la Ecología Profunda.

Earth First! , en tanto que organización sólida e informal (ciertamente no en la totalidad), busca sus orígenes en el eco-anarquismo autóctono y del ecologismo radical autóctono de David Foreman y de sus amigos. De hecho Earth First! Desde sus inicios ha defendido frecuentemente una posición explícitamente anti-immigración –la naturaleza salvaje norteamericana para los ciudadanos americanos y canadienses únicamente- para salvar toda esta naturaleza de la degradación humana creciente, que explota minas, construye carreteras, tala los bosques, practica una agricultura intensiva y desarrolla el turismo al servicio de la sociedad de consumo de masas contemporánea. Pero Earth First no se ha sentido jamás obligado a desarrollar una teoría social crítica. Esta claro que la ecología profunda es la influencia más basta en el seno de Earth First!, comprendidos aquellos que se consideran a sí mismos como primitivistas. Esto se explica principalmente porqué Earth First es fundamentalmente un movimiento de acción directa en defensa de la naturaleza no humana, y no es de una manera clara un movimiento orientado hacia lo social, a pesar del compromiso social radical frecuente en numerosas personas que participan en él.

La ecología profunda aporta la justificación teórica para actitudes del género “la Naturaleza antes, la sociedad detrás”, presentes frecuentemente en muchos primitivistas, constituye una visión biocéntrica o ecocéntrica muy construida (“la perspectiva de un mundo natural unificado” como dicen los Lone Wolf) respecto a las perspectivas supuestamente antropocéntricas que privilegian los valores humanos y que predominan en la mayor parte de las otras filosofías. Ofrece además una filosofía que se funde con la espiritualidad de la naturaleza y que, en su conjunto, sirven de justificación a la perspectiva eco-primitivista de numerosos activistas que desean una reducción de la población, o una eliminación de la tecnología industrial, con el objetivo de reducir o de suprimir la destrucción creciente del mundo natural por la sociedad industrial moderna.

¿CUÁL PRIMITIVISMO?

Como parece evidente, después de esta rápida hojeada (que ha dejado necesariamente de lado las discusiones de numerosos detalles, así como otras corrientes y influencias importantes), los fundamentos del medio primitivista no son solamente diversos, sino también a menudo incompatibles en gran parte. Definirse como primitivistas puede significar cosas muy diferentes para aquellos y aquellas que están influenciados por Fredy Perlman o David Watson, John Zerzan o Arne Naess.

Fredy Perlman celebra de un modo poético el canto y la danza de las comunidades primitivas, su inmersión en la naturaleza y su harmonía con las otras especies. Para David Watson el primitivismo implica ante todo valorar la manera de vivir de manera “sostenible” y preindustrial (no necesariamente preagrícola).

De numerosos pueblos, que según él, están centrados en culturas tribales (particularmente en religiones tribales) o en modos y técnicas de convivencia. Para John Zerzan el primitivismo es ante todo y ante todo una posición propugnando el fin de todas las alienaciones simbólicas posibles y de toda división del trabajo con el fin de que experimentemos el mundo como unidad de experiencia nueva, sin necesidad de religión, de arte o de otras compensaciones simbólicas. Mientras que para aquellos que están influenciados por la ecología profunda, el primitivismo significa el retorno a un mundo preindustrial habitado por una pequeña población humana capaz de vivir, no solamente en harmonía con la naturaleza, sino también con un impacto mínimo sobre las otras especies de animales y plantas (incluso las bacterias).

EL PRIMITIVISMO COMO IDEOLOGÍA

Incluso apreciando y respetando los contenidos de la mayor parte de las corrientes primitivistas, se pone en evidencia los problemas en la formulación de toda una teoría radical centrada sobretodo en la identidad primitivista (o del resto de positivos concebidos como identidad). Como ya Bob Black ha sostenido “la existencia del recolector/cazador comunista/anarquista, pasada y presente es importante. Pero no necesariamente por sus exitosas adaptaciones al hábitat específico, que por definición no son generalizables. Sino porqué demuestran que la vida fue antes, que la vida puede ser mañana, radicalmente diferente. La cuestión no es recrear estos modos de vida (aunque pueden haber algunas ocasiones para hacerlo) sino apreciar el hecho que, si un modo de vida totalmente contradictorio con el nuestro viable, según el registro de sus huellas en un millón de años, entonces puede ser que otros modos de vida opuestos al nuestro lo sean también” (Bob Black, Technofilia, An Infantile Disorder, Green Anarchist).

Si resulta evidente que el primitivismo implica siempre este tipo de conclusiones abiertas y de posición no ideológica, la identidad primitivista sería menos problemática. Desgraciadamente, para la mayor parte de los primitivistas la visión idealizada y hypostaseada de las sociedades primitivas tiende irresistiblemente a desplazar la centralidad esencial de la propia teoría crítica, sean cuales sean sus protestas regulares sobre este tema. La crítica se desplaza rápidamente desde una comprensión del mundo social y natural hacia la adopción de un ideal preconcebido a partir del cual es medido este mundo (y la propia vida de cada uno), y este ideal pasa a ser la posición ideológica por excelencia. Esta tendencia casi irresistible a la idealización es la más grande debilidad del primitivismo.

Esto es especialmente claro cuando las tentativas se hacen para precisar el significado exacto de la palabra “primitivo”. No hay sociedades “primitivas” contemporáneas, ni incluso sociedades “primitivas” aisladas, identificables, arquetípicas. A pesar de que esto sea aceptado por la mayor parte de los primitivistas, la importancia de este hecho no es siempre comprendida. Todas las sociedades en el presente (y históricamente) tienen su propia historia, son sociedades contemporáneas en el sentido en que existen en un mismo mundo (incluso cuando están alejadas de los centros de poder y de fuerza) que los Estados-naciones, las multinacionales y el sistema de intercambio global de bienes.

Incluso las sociedades antiguas que existían antes de la aparición de la agricultura y de la civilización estaban adaptadas de un modo inimaginable a modos de vida diversos que evolucionaban a lo largo de su existencia. Y, más allá de algunas especulaciones de base, no podremos jamás saber lo que eran estos modos de vida, a pesar de que fueron lo más auténticamente primitivo. Esto no significa que no tengamos nada que aprender de la vida de los cazadores recolectores contemporáneos –o de los horticultores y pastores nómadas e incluso de las comunidades que viven de la agricultura -. Esto significa que no se puede tomar una forma de vida como un ideal que hay que emular sin crítica, o construir un ideal arquetípico basado sobre especulaciones sobre lo que puede haber existido.

NI DETRÁS NI DELANTE, PERO ELIGIENDO A DÓNDE IR

Como no dejan de puntualizar todas las críticas al primitivismo, somos incapaces de retroceder en el tiempo. Pero esto no se debe (como la mayor parte de los críticos piensan) porqué el “progreso” social y técnico sea irreversible, ni porqué la civilización moderna sea irreemplazable. Existen muchos ejemplos históricos de resistencia a la vez a las innovaciones sociales y técnicas, y de retornos hacia aquello que es considerado (por los creyentes en el progreso) no como un simple modo de vida, sino como algo inferior y retardatario. Más fundamentalmente, no podemos retroceder en el mismo sentido o en no importa que dirección lleve la sociedad, nuestro punto de partida estará forzosamente ligado al lugar donde estamos en este momento.

Estamos todos y todas presos de un proceso histórico y social que limita nuestras opciones. Como los marxistas muestran típicamente, las condiciones materiales de producción presentes y las relaciones sociales determinan fuertemente las posibilidades de cambio social. Incluso siendo los anarquistas (a justo título) críticos con las hipótesis productivistas escondidas detrás de este tipo de formulaciones, generalmente es exacto que las condiciones sociales de vida existentes (en todas sus dimensiones materiales y culturales) ejercen una inercia que vuelve toda idea de “retorno” a un modo de vida anterior (o más ciertamente imaginado) extremadamente problemático.

Pero no tenemos más necesidad de ir atrás que ir hacia el futuro que nos preparan el capital y el estado. Como nos enseña la historia, su progreso ni es ni ha sido jamás nuestro progreso -concebido como la desaparición substancial de la alienación social, de la domesticación o de la explotación-. Haríamos mejor atravesando el desierto de todas las filosofías de la historia para remar al fin en nuestra propia dirección.

No será sin abandonar los encorsetamientos inútiles, y siempre ideológicos, impuestos por la interpretación directiva de la historia que seremos libres para ser lo que deseamos, en contra de lo que ciertas concepciones del progreso (o del pasado) no piden que seamos. Esto no significa que debamos ignorar, aquello que en tanto que sociedad entera, somos ahora, pero debe implicar que ninguna ideología puede encerrar o definir el empuje social y revolucionario sin falsificarlo. La vitalidad de este empuje crítico precede a toda teorización, en cada una y en todas las contradicciones entre nuestros deseos inmediatos por una vida unitaria y no-alienada y todas las relaciones sociales actuales, los roles y las instituciones que impiden la realización de estos deseos.

CRÍTICA DE LA CIVILIZACIÓN, DEL PROGRESO Y DE LA TECNOLOGÍA

Para nosotros, más importante que la re-evaluación de lo que se denominan “sociedades primitivas” y “modos de vida”, es el examen crítico de la sociedad en la que vivimos aquí y ahora y las métodos de alienar sistemáticamente nuestras actividades cotidianas y destruir nuestros deseos de un modo de vida más unitario y satisfactorios. Y esto ha de ser ante todo un proceso de negación, una crítica de nuestras vidas del interior antes que del exterior. Las críticas ideológicas, cuando constituyen elementos negativos se centran en el exterior de nuestras vidas, alrededor de una especie de ideal positivo al cual deberíamos conformarnos. El poder de sus críticas sociales (ultrasimplificadas) se obtiene por el rechazo de la necesaria centralidad de nuestras propias vidas y de nuestras propias perspectivas hacia toda verdadera crítica de nuestra alienación social.

El medio primitivista ha desarrollado y popularizado las críticas de la civilización, del progreso y de la tecnología y esto es su aportación más importante. No me considero primitivista a causa de lo que veo como una avanzada ideológica de una teoría que idealiza una forma particular de vida (que puede haber existido o no). Pero esto no significa que sea menos crítico con la civilización, el progreso o la tecnología. Al contrario, veo estas críticas de un modo esencial para el rebrote y la futura radicalización de toda verdadera tentativa de crítica social general contemporánea.

El primitivismo como ideología queda englobado en una posición que pide al final la construcción de una sociedad compleja y que necesita de manera evidente no solo transformaciones sociales masivas, cambios técnicos y dispersión de la población sino también el rápido abandono de 10.000 años de civilización. Es un eufemismo decir que esto entraña enormes riesgos para nuestra supervivencia como individuos incluso, probablemente como especie (a causa sobretodo de las amenazas ligadas al armamento nuclear, químico y biológico que no pueda ser desmantelado).

En el presente el primitivismo puede como máximo ofrecer promesas imprecisas sobre resultados altamente especulativos, incluso en las circunstancias más favorables: la eventual desmoralización y capitulación planetaria de la clase dominante, sin demasiadas guerras civiles importantes llevadas a cabo por facciones en el intento de restaurar el viejo mundo en parte o en su totalidad. Así, el primitivismo, al menos en su forma actual, no será nunca susceptible de obtener el apoyo de nada más que un pequeño número de descontentos marginales, incluso después de un hundimiento social.
Para ejercerse, la crítica de la civilización no precisa el rechazo ideológico de todo el desarrollo histórico y social en el curso de los 10 o 20.000 últimos años.
La crítica del progreso no significa que tengamos la necesidad de volver a un modo de vida anterior o de establecer un estado preconcebido e idealizado de la no-civilización. La crítica de la tecnología no significa que no podamos intervenir victoriosamente para eliminar primero las formas más destructivas de la producción tecnológica, del consumo y del control, conservando las formas de tecnología menos intensiva, las menos sociales, las menos destructivas para el medio ambiente con vistas a transformaciones futuras o a su eliminación definitiva (mientras intentamos reducir sus efectos alienantes). Todo esto significa que puede muy bien ser más potente formular una posición revolucionaria que no se dejará voluntariamente degenerar en ideología. Y que el primitivismo, desembarazado de todas sus taras ideológicas, se mejore bajo otro nombre.

¿Cómo deberá llamarse una perspectiva social y revolucionaria que incluya las críticas a la civilización, al progreso y a la tecnología, ligadas a aquellas a la alienación, la ideología, la moral y la religión? No puedo decir que haya alguna formulación que no tenga la posibilidad real de degenerar en ideología. Pero dudo que podamos hacerlo peor que el “primitivismo”. Yo probablemente continuaré definiéndome con la simple etiqueta de “anarquista”, teniendo la seguridad que con el tiempo la mayor parte de las críticas válidas ahora identificadas estrechamente al primitivismo serán integradas crecientemente en el medio anarquista, e identificadas estrechamente con él, tanto en la práctica como en la teoría anarquista. A los “anarcoizquierdistas” no les gustará este proceso, tampoco a los “anarcoliberales” ni a otros.

Pero la crítica a la civilización está suficientemente implantada para permanecer, junto con sus corolarios que son las críticas del progreso y de la tecnología. La profundización continua de las crisis sociales planetarias que resultan del desarrollo incesante del capital, de la tecnología y del estado, no permitirán a los anarquistas todavía reacios a ensanchar la crítica ignorar por mucho tiempo las implicaciones de estas crisis.

Estamos en el comienzo de un nuevo siglo. Algunos dirán que estamos más cerca de la anarquía de lo que lo estábamos hace dos siglos en los tiempos de Godwin, Coeurderoy o Proudhon. Pero muchos también podrán decir que estamos más lejos.
¿Lo estamos? Si somos capaces de formular una crítica más fuerte y más resistente a las tentaciones de la ideología, y si somos capaces de desarrollar una práctica más radical, más intransigente y portento abierta en sus conclusiones, quizás tendremos todavía una posibilidad luchando de influir en las inevitables revoluciones que han de venir.

3 oct 2008

Tesis contra la justicia


El origen de la justicia

1) La idea de justicia tiene su origen con las leyes. Las primeras leyes surgen de la necesidad de las comunidades de establecer reglas básicas para su supervivencia (por ejemplo, no dañar a otro(s) miembro(s) de la comunidad). Pero otras leyes, como sabemos, tienen como propósito la conservación de cierto status quo dentro de la sociedad.

2) Una de las leyes más antiguas es la ley del talión ("ojo por ojo, diente por diente"). Esta ley fue el primer intento de ponerle coto al instinto de la venganza(1), que no pocas veces llevaba a la perpetuación del conflicto entre tribus y clanes e incluso a la guerra civil abierta. La ley del talión fue impuesta luego de varias aproximaciones que iban reduciendo el rango de personas involucradas en la venganza. Pues al principio, cualquier miembro del clan ofendido tenía derecho de venganza sobre cualquier miembro del clan ofensor (los individuos no existían sino como miembros de un clan). Luego esto logró ser limitado a los parientes más cercanos. Es con la ley del talión con que el conflicto se limita al individuo ofensor y al individuo ofendido (o sus parientes directos, si es que fue muerto), fijando un castigo proporcional al crimen. Las leyes que regulan el castigo a una ofensa/agresión componen la justicia retributiva.

3) Si el poner un coto a nuestro instinto de venganza mediante la ley del talión requirió de un gran esfuerzo, fue un juego de niños comparado con ponerle un coto a nuestro instinto aprehensor(2). En el comunismo primitivo, la tierra era propiedad común de la tribu o el clan que la habitaba. Aunque era un comunismo limitado a la tribu, pues si un extranjero penetraba en ese territorio era cazado y muerto. De manera que el primer límite del instinto aprehensor fue en relación a miembros de otras tribus. Cuando la propiedad privada ingresa a la tribu mediante el reparto de las tierras entre las familias que la componían, el espíritu igualitario exigía que a cada familia se le diera la misma proporción de tierra según el número de individuos de los que estaba formada. Esto significó utilizar medidas exactas (una vara, un codo, pasos, brazos) para asegurar una proporción "justa". Las leyes que regulan el reparto de la propiedad componen la justicia distributiva.

4) A su vez, la introducción de la propiedad privada dentro de la comunidad afectó la justicia retributiva. El pago de la ofensa pasó de ser en sangre a ser en bienes. Si bien al principio se aplicaba la ruina económica del ofensor (o la pérdida de su libertad, convirtiéndose en esclavo), eventualmente se fijó un sistema de indemnizaciones que variaba según el crimen cometido. Sin embargo, para reprimir el instinto aprehensor que no entendía por qué no se podía tomar lo que era del vecino, las violaciones a la propiedad necesitaron de penas con frecuencia bastante más brutales que las agresiones a personas. A las leyes creadas por la comunidad les fueron sumadas, además, mitos religiosos y deidades adicionales que castigaban al que violaba la propiedad. Con la profundización de la división del trabajo, surgió una nueva casta sacerdotal que haría de la justicia su religión: los juristas. La justicia deviene en religión; el derecho, en teología.

Crítica de la justicia

5) La justicia, en suma, es un criterio relacionado con la proporción, con lo cuantitativo y con el tener. Pues "lo justo" (o sea, lo exacto) es "lo que corresponde" según lo que dicta la ley, "ni más ni menos". A tal crimen corresponde tal retribución en bienes. La distribución de bienes también es objeto de regulación por parte de las leyes, tanto se trate de tierras, ganado, cosecha, trofeos de guerra... o personas.

6) A tal punto la justicia es la transformación de la primitiva igualdad comunista en una relación mediada por la propiedad (y por lo tanto por la cantidad), que el símbolo más conocido de la justicia es la libra (una balanza).

7) La idea de justicia, entonces, está indisolublemente unida al mundo de la propiedad privada y las leyes (o sea, el Estado, pues eventualmente las leyes son ejercidas por un cuerpo público). La idea de justicia requiere el considerar a cada persona como propietaria de bienes y de derechos dentro de la sociedad. Su contrario, la idea de injusticia, significa una distribución de los bienes y derechos insatisfactoria o perjudicial para el grupo social que la percibe como injusta. Es por esto que el concepto de justicia puede entrar en contradicción con la ley, pues puede considerarse que determinada ley "no es justa".

8) El odio a la injusticia va dirigido, entonces, a la proporción en que son distribuidos los bienes materiales y los derechos. El odio a la injusticia social lleva a proponer una sociedad "más justa" (o sea, menos injusta) o a una sociedad "justa" donde cada un@ tenga exactamente la misma proporción de bienes y derechos. El rechazo de la injusticia y la exigencia de justicia, si bien pueden ser progresivas históricamente dependiendo de su contenido y su contexto, no escapan a la sociedad de los individuos privados, propietario cada uno de ellos de bienes y derechos.

9) Al igual que el ateísmo y el desprecio a las leyes divinas sólo combaten los efectos de la religión, el desprecio a las leyes y al Estado sólo combaten los efectos de la justicia. En el subtexto de las escrituras sagradas se esconden determinados intereses sociales, y por ello la crítica histórico-materialista de la religión es el presupuesto de toda crítica histórico-materialista de la sociedad. Pero este presupuesto debe ser ampliado con la crítica histórico-materialista de la justicia, pues la crítica abstracta de la justicia es una crítica desde sí misma (la crítica de una justicia injusta).

10) La crítica de la justicia burguesa desde una moral basada en una justicia comunista sólo lleva a reemplazar las leyes actuales por leyes nuevas(3). Incluso si la justicia comunista se compone de leyes que establecen la igualdad, el resultado de su aplicación no será la igualdad entre las personas (que sólo puede lograrse aboliendo aquello que las separa), sino la actualización de las mediaciones entre ellas.

Abolición de la justicia

11) La justicia, surgida del desarrollo autoalienado de la sociedad que llevó a la erosión de la comunidad igualitaria original, es a su vez causa de la profundización de las desigualdades al cumplir el papel de legitimar el orden social establecido y, más importante, establecer mediaciones entre los individuos. La religión es la mediación entre el individuo y su espíritu. La justicia es la mediación entre el individuo y la comunidad.

12) Se impone, por lo tanto, la recuperación del concepto de igualdad, rechazando en él lo que hay de cuantitativo (o sea, su asociación a la justicia), como relación directa entre personas; y la crítica radical del concepto de justicia al ser una relación entre personas mediada por cosas (sean estas cosas bienes o derechos). Esto en lo teórico. En lo práctico, la búsqueda y creación de modos de actividad y de relacionarse sin mediaciones, sin ismos ni especie alguna de tótem a los que subordinarse. A la crítica al fetichismo de las leyes se corresponde la crítica al fetichismo organizativo y al fetichismo político.

Notas:

(1) El instinto de responder a la agresión con agresión. Podemos observar su estado más básico en los infantes humanos que golpean al objeto inanimado con el que se han hecho daño.
(2) Los seres humanos heredamos de los animales el instinto de tomar aquello que necesitamos y está a nuestro alcance. Actualmente, en la sociedad capitalista, es con la educación que ese instinto se reprime, y por eso es más común verlo en infantes aún no "socializados".
(3) Y esto es válido no sólo en el caso de quienes quieren tomar el poder del Estado, sino de quienes quieren reemplazar al Estado por la Asamblea.

NdE: Me parece estúpido "reconocer" quien escribió este texto o de dónde lo saqué. No fui yo quien lo redactó, y se puede leer aquí. La frasecita de la sidebar del blog no es una frasecita. No me interesa colocar en este post publicidades a personas o asociaciones determinadas o anunciar mi admiración a "referentes" movimientistas. El conocimiento es libre y de todos.

18 sept 2008

Sobre la Democracia




La ideología democrática contiene esencialmente dos ilusiones:

*(1) La idea de que en toda circunstancia la manera moralmente superior de tomar decisiones tendrá algún tipo de participación electoral mayoritaria.

*(2) La idea de que el método de tomar decisiones es lo que distingue a los diferentes sistemas sociales

Estas ilusiones se presentan en muchas formas y están interrelacionadas. La retórica democrática moderna justifica las decisiones políticas mediante el uso de elecciones y encuestas. Es “muy democrático” en el sentido de que las decisiones pasivas de la mayoría pueden cambiar las formas que la represión y la explotación toman.

La autogestión obrera es una forma más oscura de esta ilusión. Esta ideología asegura que los cambios que se den en la forma de tomar decisiones en una fábrica también afectarán la forma que tiene la sociedad en su conjunto. Esta posición se resume en la idea que propone a los obreros “despedir” a sus jefes y aparentemente continuar con la producción de la misma forma.

Es importante para los revolucionarios oponerse a ambas versiones de la ideología demócrata. Probablemente, luego de una revolución no habrá necesidad de concentrarse en el proceso de toma de cada decisión. Por ejemplo, una persona podría decidir las tareas semanales en un depósito comunitario sin tener que oprimir a los otros obreros que quizás prefieran pasar el tiempo caminando en la playa. Esta persona no tendría ningún poder coercitivo sobre los otros trabajadores del depósito y decidir las tareas no le daría poder que el pudiera acumular o cambiar por otros bienes.

De todas formas, debemos darnos cuenta que ningún esquema para el manejo de la sociedad creará por si mismo una nueva sociedad. Los regímenes más autoritarios, los más democráticos y los sistemas mixtos, se usaron y siguen usándose para administrar el capitalismo. La cualidad básica del capitalismo es que la persona común tiene poco o ningún control sobre su modo diario de vida. El trabajo asalariado domina la sociedad, tenés que vender tu vida para poder comprar tu supervivencia. Que el ser humano común y corriente pueda, bajo el capitalismo, tomar una gran cantidad de decisiones sobre qué discos comprar, qué presos cumplen las sentencias más largas o de qué color pinta su auto es un hecho irrelevante.

La comunidad que escapa al capitalismo involucrará a personas que efectivamente controlarán sus vidas y los procesos relacionados, mediante el rechazo colectivo e individual del trabajo, la mercancía, la explotación, etc. Esto ciertamente requerirá una gran cantidad de toma de decisiones colectivas e individuales. La transformación no puede ser reducida a un conjunto específico de toma de decisiones o un plan de acción determinado.

Los diferentes medios de vida son fácilmente explicables utilizando la ideología marxiana porque habla en términos de procesos sociales en vez de acciones individuales atomizadas. La economía es tanto la forma de tomar decisiones como la forma en la que actuamos. Sólo se pueden observar las verdaderas condiciones de la sociedad mediante la observación de la vida diaria – cómo el modo de existencia social se reproduce a sí mismo-. Esto es fácilmente explicable utilizando los términos marxianos de política económica, espectáculo, mercancía, etc.

Todas las formas de ideología demócrata apelan al modelo de comportamiento humano que nos dice que cada sujeto es un agente social separado que afecta a los demás solo en maneras concretas y definidas. Este es el famoso dialecto del “sentido común” en un mundo en donde los sentidos son controlados por el capitalismo. Defiende por ejemplo el derecho de un hombre a hacer llamadas sexuales a una mujer que alguna vez fue violada, sólo porque las acciones del hombre son simplemente consideradas “libertad de expresión”, no conectadas de algún modo a alguna acción social.

El comunismo ve una red social no reducible a un determinado número de relaciones definibles. No podemos asegurar que sin el capitalismo podremos garantizar la creación de la comunidad humana. En cambio sí podemos decir que con el capitalismo no podremos lograrla. También sabemos que cualquier movimiento por la comunidad humana se opondrá al orden y a las relaciones sociales capitalistas siempre. La fuerza motivadora no vendrá de los planos comunistas sino del proceso de la vida de los proletarios creando nuevas relaciones sociales.

Extraído y Traducido de Prole

Escrito por Against Sleep and Nightmare

6 ago 2008

Intervención – Comunicación – Participación




Introducción – Intervención – Inyección

La precondición por cada intervención es la separación de aquellos que llevan a cabo la intervención respecto de aquellos a quienes está dirigida. La intervención nos lleva de vuelta a la situación de la minoría iluminada desarrollando las ideas revolucionarias.

La creencia de que las ideas revolucionarias no se originan en el proletariado y son introducidas desde fuera del mismo esta relacionada generalmente con el leninismo. Los leninistas aceptan esta visión y actúan en forma acorde para introducir o injerir sus ideas en los etéreos proletarios. Y aunque la idea de que estas nociones deben venir desde afuera es rechazada por muchos, la noción de que la conciencia comunista se origina fuera del proletariado se mantiene viva en el leninismo “negativo” (comunismo anti-bolchevique, o consejismo).

El consejismo (al menos arquetípicamente) toma una posición opuesta al leninismo, oponiéndose a la introducción de las ideas revolucionarias, favoreciendo la espontaneidad. Ambas tendencias aceptan la misma separación fundamental entre la minoría iluminada y la masa ignorante. ¿Por qué?

La tenacidad de esta noción se debe a su naturaleza de ideología burguesa. Esta concepción de la introducción de las ideas subversivas puede ser común entre leninistas y consejistas, pero el verdadero hogar de esta noción está en la prensa, los medios y la sociología burguesa. ¿Cuántas veces hemos leído en los diarios que una manifestación se convirtió en un disturbio, o un conflicto barrial en una huelga salvaje, debido a “agitadores externos” o “extremistas externos”?

Pero esta noción de la separación del comunismo y el proletariado no es sólo un producto de los medios burgueses. Es una ideología burguesa, en el sentido de que es una reflexión de la apariencia de la sociedad burguesa.

Los comunistas se encuentran aislados de los proletarios, del mismo modo que los proletarios no-comunistas lo están de otros proletarios. Además, la noción de que los “externos”, los “subversivos”, los “revolucionarios” son sociologicamente distintos de la masa trabajadora es la mayoría de las veces, verdad.

¿Y porqué no debería serlo? Ser un comunista en un período no revolucionario significa por sobre todas las cosas vivir en un período derrotista y saberlo, desear la comunidad de lucha, pero sentirse aislado.

Mucha de la actividad comunista de hoy en día ronda alrededor de la lectura y la escritura. Es obvio que estas actividades agradan a unos y repelen a otros. ¿Y qué? ¿Quién dice que debemos ser sociologicamente típicos? (sirve añadir que los proletarios, esos separados de los medios de producción, están probablemente menos ligados a la producción fabril que en el pasado).

Comunicación – Comunidad – Comunismo

El Comunismo no es el producto de una minoría educada, incluso si parte de la reproducción del comunismo es por medio de la lectura y la escritura de textos. El comunismo se origina en la naturaleza antagónica de la sociedad moderna – la contradicción simultánea del aumento de la riqueza y la pobreza, la precarización, la desposesión y la creciente subyugación de la vida a las incertidumbres del mercado.

El comunismo y los comunistas son un producto espontáneo de nuestra sociedad.

Si el comunismo se origina en la condición proletaria y en la lucha entonces esto tiene implicaciones en la noción de la “intervención”. Donde la “intervención” implique el monólogo de la minoría radical, el comunismo se desarrolla mediante la comunicación multidireccional y mediante la participación partisana. ¿Qué se entiende regularmente por intervención? Entregar un panfleto en una manifestación o una charla, donde consideres a la mayoría de tu potencial audiencia como imbéciles.

Palabras “finales”

Toda comunicación es en menor o mayor medida “alienada”, no sólo los panfletos. Si lo que mediante la ideología intervencionista es criticado, esto no significa que toda actividad que pueda ser llamada una “intervención” deba ser desechada. Tristemente, un panfleto es a menudo el mejor método para intentar la comunicación, considerando su inherente foco unidireccional. Los comunistas no son héroes que traerán la revolución o peligrosos intelectuales que liderarán a los simples proletarios. Mayormente somos proletarios, pero no del tipo común o al menos no más comunes que los demás. No tenemos un rol histórico, pero como muchos otros tenemos la necesidad de vivir distinto y este reconocimiento encarna una posibilidad.

“VANGUARDIA Proscripta”

Pannekoek dijo alguna vez: “El proletariado no es débil debido a que está dividido, está dividido porque es débil”. Sería un error creer que, si una decente organización comunista interviniera en esta clase, esto haría una diferencia que hiciera que el proletariado se convirtiera en una fuerza para el comunismo. El comunismo entonces sería un acto o un deseo minoritario.

Por el contrario, solo cuando el proletariado sea una fuerza en lucha con algún grado de conciencia comunista se formará una organización comunista de clase realmente digna de ese nombre. Entonces las organizaciones serán formadas por comunistas enraizados en la lucha del proletariado, esto es, por proletarios que consideren al comunismo como una tarea práctica. En el intermedio, haremos lo que podamos y debamos, pero entendiendo que lo central es la acción y la situación de la clase, y no la situación de las minorías.

Realizado por Antagonism


20 jul 2008

¿Quiénes y cómo nos van a chupar la sangre?


ACERCA DEL CONFLICTO DE INTERESES CAMPO-GOBIERNO.


Muchos textos dan como sobreentendido varios conceptos, generando solamente confusión. Por lo tanto, sería prudente comenzar este documento teniendo en cuenta dicho escollo, intentando superarlo mediante la utilización de términos simples para arribar a explicaciones claras; y así exponer nuestra posición: de clase, histórica y revolucionaria, sobre el conflicto entre los intereses del campo y el gobierno.

Partimos de la base de que dicho conflicto se desarrolla dentro del sistema capitalista.

El capitalismo se basa en la acumulación de riquezas que se producen y distribuyen en la sociedad. Ahora bien, ¿Qué sectores de la sociedad producen las riquezas y entre qué sectores se distribuye? Es claro que la riqueza no la producen empresarios en grandes negocios, propietarios de importantes firmas o grandes parcelas de campo, como así tampoco el Gobierno con sus empresas estatales.

La riqueza es producida por hombres y mujeres de todas las edades, que diariamente llegan a sus trabajos para vender la única propiedad que poseen, su fuerza de trabajo, poniendo en movimiento máquinas, cosechadoras o computadoras. Esta actividad es retribuida por un salario, que jamás es igual a la riqueza que produce. La diferencia entre el salario y la riqueza, llamada plusvalía, es apropiada por empresarios, terratenientes y burócratas del sector privado y del estatal. Esta apropiación del producto del trabajo ajeno se configura como explotación.

Ahora que ya sabemos que la riqueza que producimos con nuestro trabajo no queda en nuestras manos, podemos desentrañar de qué manera se distribuye: exprimimos día a día cada centavo para poder sobrevivir, mientras que la clase explotadora y propietaria de los medios de producción, nos despoja de la mayor parte de la torta.

Es por eso que durante estos días esta clase explotadora a través de su brazo propagandístico, los medios de comunicación, se ha encargado –y no casualmente- de manipular la información. Es así que se trata de imponer la idea de que el campo pelea por “los intereses de todos”, o que el gobierno quiere destinar lo obtenido de las retenciones para el bienestar común: el mensaje de cada medio varía según de acuerdo al sector capitalista del cual depende.

Detrás de este bombardeo informativo, que en realidad nos engaña y desinforma, radica la intención que nos esconden: hacernos elegir entre dos caras de la misma moneda, siendo que ambas afectan directamente los intereses de nuestra clase.

Si los que diariamente producimos la riqueza no nos quedamos con ella… ¿Por qué tenemos que creer que justamente ahora, en una disputa entre quienes se quedaron históricamente con esta, sacaremos algo?

Mediante esta acción mediática, ciertos representantes de los sectores explotadores (la Sociedad Rural, o la burocracia sindical de la Federación Agraria) intentan sumarnos en su negociación con el gobierno, negociación que representa una discusión de intereses mezquinos e individuales para seguir llenándose los bolsillos. En esta disputa utilizan como carne de cañón a los peones del campo, trabajadores explotados, a los que fuerzan a tomar parte por los intereses de su propio expoliador, aún cuando esto representa traicionar sus intereses de clase, ya que ni en el proyecto oficial ni en el de las entidades agrarias se plantea modificar la condición de explotados de los trabajadores, desocupados y pueblos originarios que ya fueron despojados de sus tierras hace siglos.

De la misma forma el gobierno manipula a los trabajadores mas necesitados y los usa como carne de cañón para sus actos políticos.

No nos dejemos engañar, este sistema capitalista necesita de un constante reciclaje manteniendo, claro está, lo fundamental: el trabajo asalariado, la explotación del hombre por el hombre. La función de estos pseudo progresistas es la de presentarse como alternativas a las formas clásicas de dominación, polarizando al pueblo oprimido y trabajador en dos alternativas burguesas que nada tienen que ver con nuestras necesidades. Se trata tan sólo de una pelea entre dos modelos económicos que, a pesar de disputarse la riqueza, comparten el mismo modo de producirla: explotándonos.

Para luchar por nuestros propios intereses, intereses humanos y no del capital, debemos organizarnos fuera y contra ambos aspectos de la explotación capitalista.

En el Invierno del 2008.
Anarquistas Rosario.

29 may 2008

Sobre la Miseria de los Independientes



Año tras año se repiten los mismos sucesos, los estudiantes muestran su indignación por algo que sucede en su medio, mientras que a media cuadra sucede lo mismo. Sin embargo eso no les compete: esa es la lógica estudiantil, burguesa por naturaleza. Las críticas a las agrupaciones y al medio en si mismo ya han sido realizadas, ahora es el momento de ocuparnos de ese ser, el independiente, que cada vez más se presenta como el actor principal del espectáculo estudiantil.

El independiente es por excelencia el despojado ideológico. Cae una y otra vez en un asqueroso apoliticismo pensando que el solo hecho de no estar configurado en un partido o agrupación es un fin en si mismo, por más que sus planteos sean tan o más inofensivos que los de los cuadros. El independiente desconoce que la reproducción de esta mentalidad es la que hará que todo su potencial sea invertido por el sistema para ser convertido en un esclavo más. Obviamente, más adelante ya inserto en el mercado laboral dirá que la política no le interesa, que él está para otras cosas.

El independiente se contrapone al centralismo organizativo no por coherencia ni por moral, y menos aún -claro está- por la practicidad con que plantea la lucha de clases. Éste demuestra su antipartidismo sólo por una cuestión de simbolismos, sabe que los partidos son malos, y que no lo representan. Pero no logra desentrañar el por qué, y ni siquiera pone en jaque la cuestión de la representación, puesto que su anhelo es ese utópico centro de estudiantes independiente.

El independiente no se imagina más allá de su entorno, la Universidad es su mundo y solo ahí el encuentra ese lavaje de culpas que tanto necesita su vida. A su falta de ideales intenta contraponerle una tibieza en el estructurado horario que dedica a su “militancia”, porque sin ninguna duda, fuera de este horario él es un ciudadano, y no un proletario.

Sólo teniendo una visión global de los hechos podremos considerarnos realmente revolucionarios. Debemos extender las buenas facetas del ser independientes, anulando las perjudiciales. Necesitamos así mismo continuar alejados de los partidos como de toda jerarquía, y comprender finalmente que la Universidad no pertenece a nuestra clase: es sólo una estructura más del sistema dominante, orquestada por él mismo para anularnos, y debe ser destruida como tal.

¡Por la Abolición del Sistema Educativo Jerarquizado!

¡Por la Abolición de la Sociedad de Clases!

¡Por el Comunismo y la Anarquía, siempre!

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